
te despiertas en un aparcamiento tendida en un capó de coche rojo
con una cabeza desconocida hábil entre las piernas,
te despiertas con las huellas dactilares
de tu última víctima forcejeando
señaladas en la garganta,
te despiertas cuando tu lengua bífida terrorista
ha decidido someter el momento a crueldad gratuita
por ver saltar por los aires unas cuantas certezas,
te despiertas contra la pared de la habitación de al lado
de la persona que amas robándole a quien más quiere
su hombro encajado en la parte de atrás de tu rodilla
la espalda arqueada contra una nuca que se entrega,
te despiertas y no recuerdas qué era eso tan importante
cuando estabas dentro de ellos tan dentro
sostenías todo el maldito deleite de los presentes,
te despiertas y sientes en la boca latir la mordida
del corazón que sostienes en la mano sorprendida
y mientras te miran incrédulos de demonios
alguien en tu boca habla por ti, escupes vertederos
abres los ojos y moira ya ha hecho todo el maldito trabajo
moira la mujer de las puertas giratorias
entra y sale tan rápido que nadie lo nota
la película sigue
moira la delincuente no tipificable
borrando los pasos de una invasión sórdida
que sólo puede acabar en un sinsentido nuevo
que no hay manos suficientes para recoger del suelo
y ya no sabes si estás perdiendo presión en cabina
o si estás dormida
o si eres ella y tus ojos están abiertos
hay días que detengo
el estallido de una bomba con mis entrañas
días que el plan de moira no me convence
que abandono toda amputación de la memoria
y mis ojos ya no duermen
y mis manos no cogen los cuerpos y las mentes
para darles el tormento que quieren
y mis órdenes no son obedecidas ciegamente
y mis labios no ceden a la tentación de la fruta
moira castigada contra la parez
repitiendo cien veces
no mires, no quieras, no desees,
pero sé que volverá a empezar otra vez
como ese mar que soy si ella vuelve.
1 comentario:
Vestirse de mar y sentir los escalofríos...
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