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"¿No hay que cambiarlo el mundo? La virtud, pues, es peor que inútil: es también un vicio. Si se necesita ser particularmente bueno es que algo va francamente mal. Maldita la época -sí- que necesita héroes y santos. No se puede transformar el mundo con la varita de masturbar nuestras virtudes: hay que derribar la Bastilla."
Santiago Alba Rico.

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25.8.09

De ahí vengo

Hasta Vivaldi y Telepizza tienen 4 estaciones
pero en Almería sólo hay dos, frío y calor,
más que nada porque hay que cambiarse de ropa.
Pepe Céspedes, monólogo de la Paramount

Cuando iba al colegio recuerdo que nos hacían pintar fichas con hojas secas para el otoño, flores para la primavera, copos de nieve para el invierno, y una pelota de playa con mar para el verano. Me sentía una niña muy confusa. Más que nada porque yo el mar lo veía por la ventana todo el año, pero los árboles de hoja caduca los tenía muy muy lejos, allí estábamos rodeados de naranjos. En Almería no hay estaciones, es el mismo día de 24º C soleado desde octubre a marzo y el mismo día de 27º soleado desde abril a septiembre. Si un día hay 9º, el periodico habla de "ola de frío". Recuerdo que el día que llovía, de los tres al año, algunos niños no venían al colegio por si se resfriaban. Estaba convencida de que los duendes y las hadas existían, pero vivían en Noruega porque en Almería no había donde esconderse.


En Almería la gente habla como Pepe Céspedes, Paco Calavera o Fernando Labordeta Blanco, y todo lo que sea de fuera parece que queda muy lejos o no importa. Y yo a mi tierra la quiero, sequita como es; Cabo de Gata me hace llorar de felicidad cuando vamos en el coche con Mediterráneo de Serrat; las anécdotas de los gitanos robando caballos de los rodajes de Lawrence of Araby, que para los gitanos se llamaba Lorenzo "el de Alabia" (un pueblo de allí), me hacen reír hasta reventar; adoro la luz en el desierto. Pero mi tierra no tiene imaginación para nada más lejos de Fiñana. Así fue como mi vecina de abajo hace unos días en la playa me miró y me dijo: "Cuando termines te vendrás a Almería, ¿verdad?". Nunca he entendido a la gente que lo tiene todo tan claro. A veces incluso cuando deja de contrariarme que me den por sentado, los envidio. Yo amo Granada, pero no sé dónde acabaré, ni siquiera si será dentro o fuera de Europa. ¿Cómo elegir una sola ciudad? A veces me mata pensar tan grande y me vuelvo Novecento.

2 comentarios:

natalia manzano dijo...

"No es aquello que vi lo que me detuvo. Fue lo que no vi/
¿Puedes entenderlo, hermano? es lo que no vi... lo busqué pero no estaba, en toda aquella ciudad exterminada había de todo menos...
Había de todo.
Menos un final. Aquello que no vi es dónde terminaba todo aquello.
Ahora tú piensa: un piano. Las teclas comienzan. Las teclas terminan. Sabes que son 88, sobre esto nadie puede engañarte. No son infinitas, ellas. Tú eres infinito. Esto me gusta. Esto se puede vivir. Pero si tú/
Si yo subo a la escala y delante de mi se desenrolla un teclado de millones de teclas, millones de millones(...)
En ese teclado no hay música que puedas tocar. Te has sentado sobre la banqueta equivocada: ese es el piano en el que toca Dios/
Cristo, ¿viste las calles? Simplemente sólo las calles, había millares.
¿cómo hacéis vosotros ahí abajo para elegir una? elegir una mujer, una casa, un paisaje para contemplar, un modo de morir.
Todo ese mundo, ese mundo encima que ni siquiera sabes dónde termina
ni cuánto hay. ¿No tenéis nunca miedo, vosotros, de terminar en mil pedazos sólo pensando, en aquella enormidad, sólo pensándola? Y vivirla..."

Novecento,
Alessandro Baricco

leoriginaldisaster dijo...

jeje, yo tambien "envidio " a esa gente..:).
A nosotros de peques nos mandaban esas cosas en el cole tambien, bueno haciamos... pero en vez de pelotas(aqui no hay playa)haciamos frutitas con plastilina y luego las barnizabamos con cola... con cola?... ya no me acuerdo!!
y eso.. :), a conocer el mundo!

"¡Por un fusible y un rotor! Es una advertencia al lector: las cosas van mal, pero irán peor. Digan lo que digan, éstos gripan mejor que Reagan. La humanidad no para de avanzar: primero vino Felipe y ahora tenemos a Aznar. ¿Por qué no me dejan participar? ¡Por un cable y un pistón! ¡No acepto la jubilación! ¿Por qué no me dan un nombramiento? Volveré, lo garantizo, y globalizaré hasta el granizo. jajajajaja. ¡Qué mala, pero qué mala soy!

Prólogo de la Bruja Avería en El Libro de la Bola de Cristal,
por Santiago Alba Rico.