Soneto a Almería
Aldoux Huxley
Los vientos no tienen aquí emblemas móviles, sino que barren
una vacía oscuridad, una luz destemplada;
no hay ramas inclinadas, ni una flor torturada
se estremece, cansadas las raíces, al borde del vuelo;
un alado futuro, un pasado marchito, ni semillas ni hojas
atestiguan aquellos raudos e invisibles pies, que corren
libres a través de una tierra desnuda, cuyo seno recibe
toda la ardiente vehemencia de un sol despiadado.
La luz es tu amante. ¡Tierra afortunada!,
concibe el fruto de tu divino deseo.
Pero no es sino polvo reseco lo que la tierra engendra,
polvo, hijo de arcilla, fecundado por el fuego de los cielos.
Entonces venid, oh blanda lluvia y tiernas nubes, abatid
este amor fulgurante que tiene la fuerza del odio.
(traducción de Guillermo Cuadra tomada del libro
Almería y el Cine, de Pérez-Siquier).
Yo a mi tierra la quiero. Me dió toda la luz posible y todas las tempestades de viento. Y cuando voy para el Cabo, se me despiertan todas las lágrimas de alegría que llevo dentro. Y canto.
f: Cabo de Gata visto desde Sierra Alhamilla.
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