
"Se abrió la puerta de Lam Kien y un chiquillo salió por ella. (... ...) me gritó:
¡Tengo un perro!
Asentí con la cabeza y pregunté:
¿Cómo se llama?
El muchacho pareció entristecerse durante unos segundos y me di cuenta de que en realidad no tenía ningún perro. Me sentí honrada por haberme elegido como la persona obligada a creer que tenía un perro. Yo era la mujer adecuada para eso. Había elegido bien al elegirme a mi. Al final, gritó: ¡Paul! Y yo, obediente, me imaginé a Paul: corriendo con el niño, queriendo al niño, el niño dándole de comer a Paul...".
Miranda July
Nadie es más de aquí que tú.
1 comentario:
Miranda July, la tomo!.
Te debo este descubrimiento, besos!
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