Cuando C. y yo coincidimos en algún lugar, nos transformamos. De repente se termina la sensación de que hay que ocultar quien somos a las personas incapaces de ver, se termina la incomodidad, la inadecuación. El tiempo cambia su calidad y de repente ya no tiene prisa porque está donde tiene que estar. Porque ella sabe que comprendo las cosas que piensa aunque sea más joven y yo sé que ella sonríe de veras cuando está sola en su jardín, y lo sé mucho antes de, sin haberlo planeado, espiarla aquella vez y descubrir que era cierto.
En esos momentos no sólo es madre, esposa, abuela, maestra, profesora para mayores en la universidad, autora premiada de cuentos, poeta, gallega y autora teatral casi perseguida por el franquismo por tener sin querer ideas que transgredían el orden. En ese momento es excepcional aún más de lo que nadie pueda ver.
Cuando estamos juntas en la pequeña cafetería del paseo marítimo tengo la sensación de que estoy recogiendo con un dedal el océano antiguo de todo lo que ella sabe. Me ahogo, me va a estallar el pecho en todas las cosas importantes sin palabras que ha descubierto. Entonces me callo porque quiero aprender más aún. Y ella rompe a hablar dos segundos después de que parezca que se va a callar para siempre. Y es una suerte.
- Pero si yo nunca le hablo a nadie de estas cosas, brujita. Yo siempre estoy callada. Algún encantamiento me estás haciendo.- me dice sonriendo sorprendida de sí misma.
Hoy por primera vez está callada. - ¿Qué pasa?- le pregunto. - Hoy necesito las palabras dentro. Para que me den fuerza. - me responde. Algo pasó y comprendo que no puedo preguntarle. Y empieza uno de esos momentos tan grandes que no sabes si vas a ser capaz de vivir. Hay que ser inmensa para acoger uno de esos momentos. Y yo lo intento lo mejor que sé, con mi dedal pequeño. Trato de sujetarlo firme y suave para que me atraviese.
- C., N., ¿qué tal?- dice mi antigua profesora de filosofía que pasa por allí. La saludamos con un gesto de cabeza. Estamos mudas. Nos habla de su hija que ya está en la universidad, del tiempo que está haciendo, levante y luego poniente, de las cosas que ha estado haciendo últimamente. Le gustamos. A mi mi profesora me gusta porque no se sorprende de que C. y yo nos estemos cogiendo de la mano todo ese tiempo.