Historias de mis apodos

La gente que me conoce normalmente me llama por mi nombre. Supongo que más de una vez me han puesto apodos a mis espaldas. La mayor parte de las veces que he llegado a oirlos, contenían la palabra zorra. Incluso cuando los besos no formaban parte de mi agenda, incluso antes de ser prácticamente incapaz de imaginar ciertas cosas. Zorra. Hubiera preferido, si no podían hacerlo mejor, que me llamaran furcia, pero no siempre tienes lo que deseas.

Mis apodos favoritos son los que un día sin saber por qué estallan al aire después de llevar un tiempo en la mente de la otra persona. Suelen surgir por algo que haces sin ninguna intención, simplemente por un segundo eres un poco más tú que antes y eso provoca que la otra persona te llame por el nombre que ha decidido ponerte hace tiempo, porque les haces sonreír. Es como renacer un poco.