.
"¿No hay que cambiarlo el mundo? La virtud, pues, es peor que inútil: es también un vicio. Si se necesita ser particularmente bueno es que algo va francamente mal. Maldita la época -sí- que necesita héroes y santos. No se puede transformar el mundo con la varita de masturbar nuestras virtudes: hay que derribar la Bastilla."
Santiago Alba Rico.

.

25.5.08

Intolerantes anónimos.org



Como bien dijo Cristina Peri Rossi, los hombres machistas consideran el sexo con mujeres como una moneda de cambio. La mayor parte de las veces, si han tenido sexo con ellas, dejan de considerarlas sus iguales para tratarlas como subalternos. Es imposible en ocasiones complacer a un hombre. Si lo rechazas, debes aguantar su ira furibunda. Si no lo rechazas, automáticamente quedas reducida a un juguete viejo. Así es la vida a veces para las mujeres heterosexuales.

Estar quieta en casa con fiebre tantos días me deja mucho tiempo para reflexionar sobre esta imposibilidad para complacerles. Si fingimos que somos idiotas e inferiores para no asustarles, se burlan de nuestra incapacidad aparente. Si nos mostramos tal como somos se asustan hasta el punto de querer apartarnos o de tratar de humillarnos para devolvernos a la posición que les deja un poco de paz como intolerantes de la libertad ajena. Es como un niño autista obsesionado con que todos los muebles deben estar de una forma concreta, y le dan armas para asesinar a esos muebles que en realidad los muy insensatos tratan de hacer creer que están vivos y tienen voluntad propia. ¡qué desatino! una mujer pensando. ¿qué será lo próximo? ¿mujeres viviendo su vida como la quieren vivir?!!



Arguye de inconsecuentes el gusto
y la censura de los hombres que en
las mujeres acusan lo que causan


Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.

Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para, pretendida, Tais;
en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual:
quejándoos si os tratan mal;
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis,
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
la otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?

Mas entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere,
y quejaos enhorabuena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

¿Pues para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis de afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesas e instancia
juntáis diablo, carne y mundo





Sor Juana Inés de la Cruz

No hay comentarios:

"¡Por un fusible y un rotor! Es una advertencia al lector: las cosas van mal, pero irán peor. Digan lo que digan, éstos gripan mejor que Reagan. La humanidad no para de avanzar: primero vino Felipe y ahora tenemos a Aznar. ¿Por qué no me dejan participar? ¡Por un cable y un pistón! ¡No acepto la jubilación! ¿Por qué no me dan un nombramiento? Volveré, lo garantizo, y globalizaré hasta el granizo. jajajajaja. ¡Qué mala, pero qué mala soy!

Prólogo de la Bruja Avería en El Libro de la Bola de Cristal,
por Santiago Alba Rico.