un autobús que aún no llega puede sonar de mil formas diferentes. suena como un paso de peatones o de gacela, como una señal lumínica parpadeante o como una boca abierta a la alcantarilla de lo negro, como un camino sin salida que ya conoces y es el mejor lugar donde tropezar o como un rincón caliente de comida rápida en la gasolinera más cercana de la cadena
Falsa Alarma a poco que busques.
un autobús que aún no llega cuando tienes prisa hace un montón de ruido, lo puedes confundir con casi cualquier cosa. puede ser una lección de matemáticas, un domingo sin verano, un concierto en el momento adecuado, una cerveza fría cuando vives a 40º, un paseo en fénix incendiario que te muere entre las piernas, que te arde entre los brazos muerto, una acaudalada señora que sonríe sin saber que ha encontrado tus bolsillos rotos... y te subes y al principio es muy divertido pero luego te das cuenta de que no era el tuyo y has hecho daño. te meces en la sangre que viertes y te mira. vuelves a caminar por la acera.
un autobús que llega a tiempo, cuando tiene que llegar y es el tuyo no se oye. está iluminado pero pasa en silencio. hay que estar atento para verlo. hay que estar dispuesto a ser su paso de peatones o de gacela, su señal lumínica parpadeante, su boca abierta a la alcantarilla de lo negro... porque si no puedes saltar nunca sabrás si tú también le habías llegado en silencio.